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LA IMPORTANCIA DEL ARCHIVO FOTOGRÁFICO

 

 

 

Identidad, memoria y patrimonio se unen en la Exposición temporal «València en blanc i negre. El Cabanyal”, en el Museu Valencià d´Etnología ,en ella se puede contemplar una recuperación del archivo fotográfico de la Familia Vidal , una familia de fotógrafos que generación tras generación han ido captando el recorrido histórico de la ciudad de Valencia y sus barrios. 

El cabanyal es un barrio de pescadores que siempre ha vivido fuera de la vorágine de la ciudad como municipio independiente, para los que lo hemos conocido en sus orígenes, hemos visto su lucha, su avance y su deterioro para su explotación. En 1993 fue declarado Bien de Interés Cultural y desde entonces se puede observar, por parte de la administración, su intento en modernizarse y darle “glamour” cambiando la esencia que siempre mantuvo y le hizo tan especial, de ahí la importancia de exposiciones de este calibre para recordarnos su pasado.

Aunque concretamente toda ella es espectacular, me gustaría centrarme en un retrato realizado a un trabajador anónimo del barrio, un hombre sentado con cigarro en la boca tejiendo una red. Se trata de Vicente Valero, hijo de Nelo el Serio. que posó sin imaginar que un día sería cartel de una exposición y su nieta, Araceli Ortiz, sería testigo de ello.

– La fotografía es un retrato de tu abuelo trabajando en el Cabanyal, ¿conocías de su existencia?

– Sí, conocíamos que esta foto existía pero no yo no la había visto nunca, porque no es de nuestro archivo familiar, pero sí sabíamos que cuando mi abuelo aún trabajaba “alguien» lo había fotografiado. Siempre tuve mucha curiosidad, pero hasta ahora yo personalmente no la había visto nunca.

– Cómo y cuándo se realizó?

– Viendo la imagen y hablando con mi madre, creemos que fue en la segunda mitad de los años ’60, posiblemente fue hecha en la calle teñidores o alguna adyacente, cerca de la taberna La Pacuala y la Fábrica de Hielo, porque era donde mi abuelo trabajaba. Pero no lo sé con exactitud, supongo que cuando vea la exposición lo sabré con certeza.

– ¿Qué sentiste al ver que representaba algo tan grande como la memoria de un barrio?

– Mucha emoción, una gran sorpresa. Es difícil de explicar. Cuando vas a una exposición y ves fotografías antiguas de gente que tú no conoces piensas, «¿quién será?», «¿Qué vida tenía?» porque son personajes que ilustran algo pero que son ajenos a tí. En cambio, al ver esta foto, esas preguntas tienen respuesta porque es un miembro de mi familia y por lo tanto no es anónimo. Por otro lado, mi abuelo era una persona excepcional y teníamos una relación magnífica, para nosotros era un gran hombre, por eso la familia Vidal, sin pretenderlo, nos ha hecho un regalo fantástico y un homenaje.

Es una foto muy ilustrativa de la vida y el trabajo en el Cabanyal y estando como portada de la exposición, para nosotros, ha quedado inmortalizado.

-Como historiadora, ¿ qué piensas sobre la importancia del archivo fotográfico dentro del papel de  memoria histórica?

Los archivos fotográficos no sólo son importantes sino que además son necesarios. Son capturas de un tiempo y un espacio que forman un puzzle de la historia, tanto de los grande hitos como de la vida de «la gente común». En una sociedad tan cambiante y veloz como la nuestra, una foto es una ventana que nos traslada al «¿de dónde venimos?». Como historiadora siempre me interesó más esa corriente de estudio que mira hacia la gente común frente a la historia de las grandes personalidades, políticos, acontecimientos bélicos. En realidad están conectados, son indisolubles pero hasta hace unas décadas no se le había dado mucha importancia a aquellos sectores sociales que con su quehacer diario también estaban construyendo el relato de nuestra Historia. Mujeres y hombres trabajadores, en su día a día, sus costumbres, su cultura, relaciones, inconscientes en sí mismos de la huella que dejan a su paso desde su anonimato.

Añado una cosita: Estamos muy agradecidos a la familia Vidal por haber elegido, de entre todo su extenso archivo fotográfico, esta foto para ilustrar la exposición. Sin ellos saberlo nos han hecho un regalo que no tiene precio. Espero algún día poder darles las gracias en persona.

 

INSTITUTO DEL BIEN MORIR

 

 

Situado en pleno corazón del Barrio Salamanca en Madrid, durante 25 años el Geographic club fue un lugar mítico donde ir a deleitarse de la vista y el gusto en cumpleaños,

citas o por placer. Su exquisita decoración realizada por los mejores diseñadores ingleses del momento se convirtió en un espacio-tiempo donde desaparecer por unas horas,

sus cócteles y su paladar de diferentes platos te llevaba a diversos lugares del mundo. Era un viaje envuelto en un decorado de madera, pesada pero pulida, de los que no

parecen fáciles de mover.

Sus mesas numeradas en bronce, sus máscaras y fotografías de exploradores, todo de un modo muy Rococó, podía ser disfrutado hasta esta

semana, ya que todo ese pesado mobiliario e historia está viajando a casa de particulares en dosis separadas ,a un precio establecido por los dueños,

con un nuevo rumbo: un cierre forzoso. El mítico lugar va a convertirse en vivienda, y acabará siendo algún bajo con delicatessen rápida e insustancial.

Por su gran pórtico puedes observar la figura de varios trabajadores que se afanan en el tiempo y la figura de un hombre de edad avanzada apoyado en lo alto de la escalera, en una tosca barandilla tasada en 1200€, con aire cansado, espalda encorvada, observando como se va desmantelando y arrancando por minutos los recuerdos allí vividos.

Con ojos claros y amable rostro nos recibe, » pasen pasen, ya queda poco para comprar»

 

 

Es amigo de la familia, descendiente de padre polaco, que llegó a este país después de la guerra atraído por los frutos tan sabrosos que cultivábamos aquí, era cocinero.Ya no se fueron. Conoce de sobra el mundo de la venta de arte, por eso se ha ofrecido a esta labor.

» Vinieron los mejores diseñadores desde Inglaterra para decorarlo. Fíjate, y ahora se cierra tras 25 años de actividad, van a construir viviendas»

Nos dio un vuelco el corazón, uno piensa que es por traslado, tal vez el alquiler a subido, pero no, esto nos conlleva a tener una conversación sobre la realidad que nos  rodea, la transformación de nuestra sociedad de valores económicos, como es posible la perdida de cualquier resquicio de valor sentimental para transformarlo en capital sustancioso.

Conforme va hablando se me va olvidando la importancia de este lugar y del tema » si, yo en realidad estoy aquí por que soy amigo de la familia, soy compositor y poeta, os voy a enseñar alguna de mis cosas» Le acompañamos hasta detrás del único mostrador intacto aunque bien emplazado llena de una lista de compradores. Saca de la parte inferior una carpeta granate bastante desgastada, la abre y empieza a mostrarnos pedacitos de su vida: » Este era yo de joven» , en su mano sostiene una foto de un joven bien parecido, un galán de la época, » Mi pasión es la música y la poesía, creé un espectáculo y me arruiné, perdí 24 millones de pesetas. Una obra única, de las que no se han echo aún : «UNA RAZA», contábamos con músicos de todo el mundo, dividida en tres partes, aquí está el dossier. Se interesaron  pero nos ofrecían sólo 4 millones de pesetas, ¿a donde íbamos con eso para pagar a todos?.  Aún intento realizarla, y sigo buscando un divo, si lo encuentro le hago despegar en su carrera.»

 

Un hombre , la verdad que muy avanzado para el momento que le tocó vivir.

Ya estas alturas, el Geographic club era el contenedor, el verdadero contenido estaba delante nuestra

«Conocí a mi mujer y enseguida nos enamoramos – mientras nos enseña su fotografía- era bailarina»

La actitud que transmitía Enrique era contagiosa. Se respiraba serenidad y una vida bien llevada, de logros y fracasos asumidos. A su edad,sus setenta y pico años y con unas vértebras rotas debido a un accidente y las más de 8 horas que pasaba dentro del restaurante, no le hacían perder la sonrisa. » He compuesto muchas obras, he trabajado con personas increíbles, mi hermano también es compositor, ahora vive en Paris y a sus ochenta y tantos años aún compone. Es un Pelta, un apellido único. Cuando estaba realizando Una Raza, me faltaban 5 piezas para acabarla y no podía, le llamé, como él tiene la música en su cabeza, las acabó en un suspiro. »

Otra faceta que también escondía era la de poeta, tenía escritos de Madrid, de todo, pero sin publicar, para qué, son cosas suyas.

Esto volvió a adentrarnos a una conversación sobre el arte y lo mal que está valorado en este país. Nosotros como fotógrafos le entendíamos muy bien, aunque no decíamos ni una palabra sólo asentíamos, su discurso era impecable. » Descubrí lo mal que contempla este país la cultura sólo con un hecho que os voy a contar, allá en el 69, cuando fue la llegada del hombre a la luna, vivíamos en una época en que en las casas no había una televisión por vivienda como ahora, teníamos que ir a sitios públicos donde poder verla, esto era un acontecimiento muy importante. Pues allí me encontraba ese día en una sala viendo este hecho junto a otra persona solamente, allí estábamos Severo Ochoa y yo, solos apreciando el gran descubrimiento.»

Acto seguido nos empezó a contar cuando trabajaba con Gila » Era un genio, y que carácter, podía contarte los chistes sin reírse. Y esa manera de contar sus anécdotas, decía que había sido fusilado, pero recibió la bala su compañero y se hizo el muerto.»

 

                                               Enrique Pelta

 

Unas ganas de vivir y crear te inundaban de hablar con él, ¿cómo podía ser que nadie hubiera escrito nada sobre él? Da para reflexionar cuantas personas anónimas, artistas anónimos tienen un recuerdo muy veraz y de la historia y por voluntad propia o por circunstancias de la vida no se les escucha o se les presta atención la suficiente para poder contar con testimonios reales del pasado.

» Yo siempre lo he dicho, la vida está en que te funcione la cabeza, en cuanto no lo hace, ya no vale la pena. Yo lo reconozco, estoy a favor de la eutanasia. Cuando el cuerpo te falla y te conviertes en vegetal ¿qué te queda? Lo he comentado muchas veces, hay que crear los Institutos del bien morir, si la gente tuviera un lugar donde ir a morir dignamente, harían colas para pagar una plaza.»

Anécdota tras anécdota, pasó el tiempo y le tocaba seguir dirigiendo el lío montado. Un estrechón de mano (con mucha firmeza) y un buen sabor de boca continuamos el camino reflexionando de lo hablado.

CA EN ES